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Censura y controversia en la Corea ocupada

¡Hola Chaístas!


Os damos de nuevo la bienvenida a nuestro blog para que sigáis aprendiendo con nosotros sobre Chae Mansik, su obra y la cultura que la inspiró. En esta entrada nos proponemos acercaros a la censura y la controversia que rodeó la producción literaria de Chae, partiendo desde los efectos de la colonización japonesa de Corea que podéis retomar desde nuestra entrada anterior aquí.


Oficiales japoneses en Corea (Topical Press Agency/Getty Images)


La ocupación japonesa de Corea se extendió aproximadamente desde 1910 hasta 1945, un periodo álgido para la producción literaria de nuestro autor. Chae no solo se ocupa de presentarnos las peripecias de la vida en una nación ocupada, sino que su obra, a merced de un periodo histórico de rápidos cambios, se ve igualmente transformada por el discurrir del tiempo. A lo largo de la extensa obra de Chae se pueden identificar los altibajos de una sociedad sometida que aspira a la autodeterminación.


Una vez formalizado el cargo de Gobernador General japonés de Corea en agosto de 1910, la administración japonesa comenzó a instaurar políticas de control que atentaron contra la cultura coreana. Entre los decretos más infames del gobierno japonés sobresalen la reforma agraria (con el fin de redistribuir la tierra a favor de los japoneses), el nuevo sistema de registro de nombres, la instrucción obligatoria de la lengua japonesa en las escuelas y la supresión de la libertad de prensa y asociación a través de la Ley de Prensa de 1907. No cabe duda de que Chae fue testigo y víctima de las imposiciones del régimen mientras asistía al instituto Chungang de 1918 a 1922. Sin embargo, al igual que muchos intelectuales de la época, Chae se trasladó a Japón para estudiar Literatura Inglesa pero su difícil situación económica le obligó a volver después de un año.


Marzo de 1948: alrededor de 80.000 coreanos conmemoran la declaración de independencia

de Corea de 1919 (Paul Popper/Popperfoto/Getty Images)


A raíz de las fuertes movilizaciones a favor de la independencia coreana en 1919, el gobierno japonés optó por medidas de integración menos agresivas. Durante la primera etapa de colonización, la administración clausuró todos los periódicos coreanos con políticas editoriales antijaponesas. No fue hasta el movimiento independentista de 1919 que las nuevas medidas, esta vez más laxas, permitieron la fundación de dos periódicos nacionales: el Chosun Ilbo y el Donga Ilbo. Estos dos medios fueron indispensables para la vida literaria de Chae. En el primero trabajó hasta 1935, año en que se retiró para dedicarse de lleno a la escritura. Mientras que el segundo le serviría de vehículo para publicar «El idiota de mi tío», uno de los relatos de nuestra antología. Es ahí donde Chae despliega su fuerte crítica indirecta del colonialismo.


La política de apaciguamiento repercutiría igualmente en la publicación de libros y revistas. Los permisos de publicación aumentaron a partir de 1920 y se triplicaron hacia 1925. Aun así, la libertad de prensa continuaría siendo vulnerada por las autoridades japonesas. Kwadogi (1923), el primer cuento de Chae, fue objeto de censura y casi toda su producción escrita tendría que pasar por el filtro del censor. Lo mismo pudo haber ocurrido con «Vidas de usar y tirar», un cuento de nuestra antología donde se señalan los lugares en que hacen falta caracteres. Al mismo tiempo, las sanciones y suspensiones impuestas a los periódicos nacionales les forzaron a evitar la publicación de artículos políticos o ideológicos. La intensificación gradual del aparato opresor conllevó a la clausura de los periódicos Chosun Ilbo y Donga Ilbo en 1940, dos años después de que Chae publicara su relato en este último.


Agosto de 1945: habitantes de Seúl vitorean la liberación de Corea (fmkorea)


Durante la etapa más prolífica del autor las medidas del régimen se recrudecieron y él mismo se vio envuelto en la controversia. Acusado de manipular un club de lectura, Chae fue encarcelado, y tras su liberación empezó a escribir obras que enaltecían la cultura japonesa. Debido a ello, en el periodo de liberación se le incluyó en una lista de autores colaboracionistas. Finalmente, el propio Chae dio cuenta de su trágica experiencia en una obra semiautobiográfica llamada Un criminal contra la nación (1948), donde se excusa por lo sucedido.


La vida de Chae estuvo marcada desde temprano por las imposiciones sistemáticas del régimen japonés. A pesar de ello, el autor destinó los primeros años de su escritura a poner de manifiesto las consecuencias de una cultura enajenada. Toleró la censura durante los años de la política de integración y siguió escribiendo hasta su encarcelamiento. En 1940 se vio obligado a hacer concesiones con el régimen y publicó obras que fueron denominadas projaponesas. Tras intentar reivindicarse en Un criminal contra la nación, Chae falleció en Seúl en 1950.


No podemos entender la vida y la obra de Chae Mansik desde solo uno de los periodos que atravesó. El complejo entramado de su trayectoria literaria no solo nos permite descubrir a sus personajes intransigentes, sus recursos narrativos y su particular estilo satírico, sino que nos acerca a un ser humano real y contradictorio, como nosotros.



Bibliografía:


Youm, K. H. (1992). Japanese Press Policy in Colonial Korea. Journal of Asian History, 26(2), 140–159. http://www.jstor.org/stable/41930866


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