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La colonización japonesa en Corea

Buenas noches, Chaístas!


Como no podía ser de otra manera, hoy toca un poquito de historia. Y es que los cuentos que aparecen en nuestra ansiada antología se enmarcan en un contexto histórico muy concreto. La vida de nuestro querido escritor estuvo marcada por el agitado periodo de colonización japonesa en Corea (1910-1945). Para entender el trasfondo de crítica social de nuestros textos es necesario conocer las causas de estos hechos.


La guerra ruso-japonesa de principios del siglo xx permitió que Japón convirtiera Corea en un protectorado y consiguiera controlar parte de Manchuria. Este apoderamiento del gobierno japonés sobre Corea dio lugar a una profunda reforma en sus estructuras. El domino colonial de Japón sobre la península duró la friolera de 35 años. Sin embargo, se trata de un periodo poco estudiado debido a la censura y los tabúes que aún se mantienen vigentes.


La primera fase de la colonización japonesa partió del Tratado de Anexión hasta el 1 de marzo de 1919. Esta fecha será clave para las movilizaciones de independencia coreana. Desde una primera fase, Japón logró la subordinación total de Corea en todos los órdenes de la vida económica, social y política. Hecho que se llevó a cabo mediante un duro proceso de sustitución radical: «se acabó con el control del anterior sistema de administración central; se implantó un sistema de educación moderno que rompía con el estudio de los clásicos confucianos; se privilegió el acopio de capital y la experiencia económica japonesa en detrimento de la incipiente iniciativa de los coreanos; la lengua coreana fue reemplaza por el japonés» (Romero 2009, p. 105). El sentimiento de humillación por parte de la población coreana se intensificó a raíz de estas acciones, lo que desembocó en la redacción del documento de Declaración de Independencia. En 1919 se produce una masiva manifestación de protesta que llevará al punto más álgido la represión del gobierno japonés con la muerte de 7 mil coreanos, 16 mil heridos y 20 mil presos. Este trágico suceso será el antecedente de la lucha por la independencia coreana, organizada en el movimiento Samil o Mansei.



(Seúl, Corea, 1907)


En una segunda etapa, el gobernador general Makoto Saito puso en práctica nuevas medidas en busca de calmar la tensión generada. Estas implicaban las mejoras en los programas de educación, la libertad religiosa o la reaparición de periódicos y revistas anteriormente censurados. No obstante, esta aparente apertura cultural respondía a nuevos intereses japoneses, y es que, tras la Primera Guerra Mundial, la escasez de recursos y alimentos en Japón volcaron sus intereses en Corea como potencia agrícola.



(Seúl, Corea, 1925)


Durante la tercera etapa, sin embargo, la producción agrícola comienza a decaer, lo que lleva a Japón a implantar un programa de desarrollo industrial. Evidentemente, estos cambios económicos repercuten en una transformación social. Esta nueva estrategia japonesa de “interculturalidad” representaba una forma más sutil de asimilación de los coreanos. Este hecho, quedó patente en el momento en que articularon su política expansionista por Asia y la toma de Manchuria como plataforma clave para atacar China. En este nuevo afán se buscaba aliar a los coreanos en un sentido de pertenencia a una misma unidad política al lado de los japoneses. Hasta el punto de que los coreanos se vieron obligados a colaborar en las actividades de defensa de la administración colonial.


Una vez iniciada esta nueva contienda, el final abrupto de la dominación se dio de la mano de la victoria de las potencias aliadas a los diversos movimientos de independencia. Japón reconoce su derrota en 1945. Sin embargo, la repentina situación se mantiene bajo una sensación de confusión y de quebranto de la identidad nacional. Esto se debe a que Japón implantó una infraestructura administrativa que no fue suprimida aún después del fin de la ocupación.



(Corea, 1940)


Bajo este contexto se escriben los relatos de nuestro querido escritor, un periodo en el que la aparente modernización impuesta solo generó un legado de vacío identitario y pobreza.


Ahora que estamos todos un poco más ubicados: ¿cómo creéis que Chae Mansik respondió a la necesidad de una cultura crítica con el momento vivido?


Mientras esperamos la respuesta, seguiremos viéndonos por aquí para descubrir más curiosidades de esta apasionante cultura.



Bibliografía:


Espino López, Antonio (2010) Atlas histórico del colonialismo. Editorial Síntesis. Madrid.


León Manríquez, José Luis (2009) Historia mínima de Corea. Colegio de México.


Fotografía de Designersparty (Facebook).

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